Dionysos

Ejercicios en cuerpo y alma

Cerramos con este último trabajo audiovisual la Trilogía de Dioses masculinos que hemos ido trabajando junto a Carlos Sepúlveda de Autoestima Flamenca a raíz de su sesión de retratos realizada ya hace un año.

Hasta ahora hemos reflexionado sobre la transformación y la evolución interior con Hermes el mensajero y  hemos dado un paso en adelante en la conciencia sobre la importancia del fluir de nuestras energías más intensas de la mano de Ares el  Dios de la Guerra .

Ahora ha llegado el momento de centrarnos en Dionisos, en el Placer, elepicúreo, el que te reconcilia con tus tendencias naturales. Escuchar lo que te pide tu cuerpo y tratar de satisfacerlo es una manera de tomar conciencia de todos nuestros anhelos, de lo más íntimo de cada cual, del necesario equilibrio entre nuestros deseos más esenciales. Es también hacerse responsable de ellos y actuar.

Hablamos de un placer refinado, que nos aleja de los sentimientos de culpa, de la idea de pecado y la desconfianza que nos genera. Es, en cambio, una puerta abierta a la vivencia de unidad: de cada individuo consigo mismo, de la unidad con las demás personas y con lo que nos rodea. Difícilmente sentiremos un goce pleno provocando un daño irreparable.

 Es un acto creativo, es forma con contenido, belleza con corazón. Este placer nos sumerge en el tiempo presente, trasciende nuestro ego para convertirse en una forma de meditación, en la comunión con lo sublime, en la mística de la sensualidad.

QUERIDO DIONISOS.

Carlos Sepúlveda. Sevilla, Abril 2013

 Éxtasis de todos los sabores,

cadencia de los encuentros.

Vida entregada a coser opuestos, 

el beso imposible de la muerte

y la vida tiene tu saliva. 

Destrucción para los enemigos del clímax, 

para tus seguidores intoxicados,

para la belleza sin alma.

Enorme navegante de las profundidades,

rico en encrucijadas.

Danza salvadoras de mujeres, 

anticongelante de movimiento y uvas.

Roce atemporal, místico del placer. 

Aliado con la línea recta.

Cama en un alambre. 

Lo emotivo, la risa. 

El orgasmo de lo cotidiano.



Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *